Llevo un tiempo pillado con estas cámaras de fotos que representan una filosofía propia dentro de la fotografía. Para el que no conozca la lomografía, le invito a que visite la web de la sociedad lomográfica en España (aquí). De forma resumida, se trata del empleo de cámaras analógicas con ciertas peculiaridades en su óptica y funcionamiento que consiguen como resultado unas fotos creativas y, sobre todo, inesperadas.
Yo tengo una Diana Mini desde enero y ya he hecho unas cuantas fotos con ella. La verdad que me está trayendo sensaciones que hacía tiempo que no tenía (se os habrá olvidado la sensación de llevar a revelar un rollo y no tener ni idea de lo que puede salir de ahí...). Acostumbrado a la inmediatez de la fotografía digital, esto es un cambio de chip total que se convierte en un aliciente más, la verdad.
En principio, el resultado fue un poco frustrante porque esta cámara tiene una función que te permite hacer 2 fotos distintas en el mismo fotograma, es decir, que la foto sale dividida a la mitad (más o menos) y en cada mitad sale una foto diferente. Es parte de la gracia, pero, no fui capaz de hacérselo entender a los del laboratorio y me sacaban lo que les parecía, cambiando los encuadres, ampliando... mal. Ahora tengo un escaner de negativos y escaneo directamente el negativo, con lo que tengo resultados que se parecen mucho más a lo que estaba buscando.
La calidad de la foto pasa a un segundo plano en cuanto a nitidez y no hay una correspondencia entre los colores reales y los que salen en la foto, pero, esto es parte del encanto de la cámara. Un resultado creativo de algo que no lo era de inicio.
Puedes hacer que la película no gire después de hacer la foto haciendo así una (o varias) exposición(es) múltiple(s) en la misma foto. También puedes hacer que la película gire menos de una vuelta para que las fotos se superpongan. Todo muy rudimentario y sencillo, lo importante es disparar, no pensar.
Aquí os dejo algunas de las fotos que he hecho, ya me diréis qué os parecen: